“Pero un hombre que no ha comido es capaz de resolver
el problema de la cuadratura del círculo…”
-Lucio V. Mansilla “Causeries”
Rockette Morton: Rocket Morton takes off again into the wind.
Don Van Vliet : What do you run on, Rockette Morton?
Drumbo: Say…”Beans”.
Don Van Vliet: Ha ha ha…
Rockette Morton: I run on beans…I run on lazier beans.
-Conversación intro tema “Fallin´ Ditch” del disco”Trout Mask Replica”-
El disparador de este post lo ocasionó la revisión de AMERICAN HARDCORE, documental sobre el nacimiento y muerte de la escena hardcore-punk en los Estados Unidos de los ochenta. Mas allá de notables omisiones históricas, el docu tiene buenos momentos aunque aquí solo me referiré a un segmento que me llamó particularmente la atención.
En cierto momento del film Henry Rollins-vocalista de los míticos Black Flag– cuenta algo que nos da una idea sobre lo que debieron haber sido los primeros tiempos del fundamental SST Records, sello del guitarrista Greg Ginn y mediante el cual la banda -y luego otros grupos de la escena- difundía esta música que provocaba tanto rechazo en el mainstream musical de la época a la par de cierta fascinación por parte del lumpenaje adolescente mas marginal.
Cuenta Rollins que cuando comenzó a entrar algo de dinero a SST la suma de ingreso era de 5 dólares diarios a repartirse entre los distintos miembros del staff . Con ese dinero se suponía que los muchachos debían vivir y comer y era ahí cuando – sigue contando Rollins- él se iba camino al quiosco especulando cual chocolate era el conveniente por su relación precio/tamaño y luego de deglutirlo, ya de vuelta a la base de operaciones de SST, asegurarse de haberse limpiado bien la boca para no ser recriminado por sus hambrientos compañeros al son de “Ahhhh, Did you get food?”. Uno se pregunta como con tan pocas calorías se las arreglaron para hacer una música tan enérgica. Evidentemente la música tiene sus insondables misterios.
Esto me recuerda otra anécdota, ocurrida, más de diez años antes de las penurias alimenticias de don Henry, cuando este era seguramente poco más que un niño. Me entero de este curioso episodio viendo un documental de la BBC sobre el gran Captain Beefheart. El que cuenta la historia es uno de los músicos de la banda del Capitán, la inefable Magic Band (creo que es el que respondía al alias de “Rockette Morton” pero no estoy del todo seguro) .
Entonces, all referirse a la gestación de ese brutal monstruo sonoro que es el álbum Trout Mask Replica, y en clara remembranza de esos tiempos en los cuales estos músicos recluidos en una casa de campo luchaban por interpretar en interminables horas de ensayo las dementes angulosidades cacofónicas de esos temas casi imposibles de tocar -estuvieron como 8 meses en eso- el músico aporta un dato más que jugoso para entender hasta qué punto la práctica diaria no fue el único obstáculo que debió enfrentar esta banda tan incomprendida por el público de su época.
Es que aparentemente era un tiempo de dificultades financieras para los miembros de la Magic Band. De hecho, parece que era el mismo Don Van Vliet (verdadero nombre de Beefheart) quien aportaba el sustento alimenticio de los músicos, que en el caso del pobre músico era una magra porción diaria de porotos. En el film el tipo recuerda la anécdota sin resentimiento y hasta con una sonrisa diciendo algo así como “A lo último terminé sintiéndome como uno de esos místicos orientales”.
Viendo las fotos que ilustran la parte interior del álbum en cuestión no es difícil imaginar a estos músicos – esfuerzos y privaciones alimenticias mediante- ingresando en la dimensión desconocida, casi levitando y a Beefheart oficiando de gurú, un poco genio, un poco chanta y -a decir de algunos testigos directos- un tanto abusivo en su trato y métodos (Como alguna vez observara cierto periodista de la revista española Ruta 66 , esa panza evidenciaba una dieta muy diversa a la de sus compañeros de banda).
Pero el tema es el siguiente: ¿Fueron esas condiciones inusuales las que dieron como resultado un disco tan fuera de serie como el Trout Mask Replica?
¿La obra maestra de Don Van Vliet y la Magic Band se logró “gracias” o “a pesar” de todo esto? ¿Se requiere una vida inusual para crear una obra inusual? ¿O da lo mismo que uno lo haga en los tiempos libres de un laburo freelance de diseñador gráfico haciendo home office?
Ah, de nuevo. Los misterios de la música.
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Personalmente yo veo en estas anécdotas mas de un punto en común. Mas allá del obvio paralelismo entre estas historias de finanzas quebradas y hambre -nada tan raro después de todo en gente consagrada plenamente a la difícil tarea de vivir del extremismo musical- está la dedicación a la música frente a cualquier tipo de adversidad. Ese lugar extraño donde el hedonismo inherente a todo buen rock se junta con el ascetismo mas chiflado, extraño punto de intersección de opuestos, “coincidetia oppositorum” que parece develar el misterio secreto de la piedra filosofal de la innovación rockera o, ya que estamos, de la innovación musical a secas.
De más está decir que en ninguno de los dos casos que comento más arriba había jugosos contratos con grandes sellos esperando, ni programas masivos de radio para difundir estas creaciones musicales, ni apariciones en la tele, ni nada de eso. Se sabía de antemano que se estaba haciendo música considerada casi invendible, pero primaba otra cosa. Esa otra cosa vendría a ser el tema de este post.
Pero antes de cerrar permítanme abordar una última cuestión:
Hace tiempo que veo surgir la misma discusión en redes, el mismo intercambio de argumentos entre nostálgicos y neofilos, es decir, los que añoran cierto pasado musical y los que son optimistas, ven cierta evolución (o al menos continuidad ) del pasado en este presente musical.
Simplificando en exceso el debate (pero solo para poder graficarlo mejor) la cosa sería así.
(Que el lector se imagine a si mismo scrollendo comentarios ayudará bastante)
Arnaldo b: Que bosta la música que escuchan hoy los pibes Ya no hay mas locos ni rebeldes auténticos. Antes los músicos eran más jugados, vivían en comunidades o se instalaban en “squads” y les chupaba todo un huevo. Ahora van al gimnasio y viven en IG para ganar mas likes.
Doble Nelson otaku dijo: Sos un prejuicioso, che. No se puede generalizar, hay de todo. Que olor a viejo meado. Hay que abrir la cabezita
Destroyer Villita 2000: Se dice “cabecita”. Volvé al colegio, descerebrado.
Papus Gomez: Que mierda de tema! Nos merecemos el dólar a 3 mil!!!
Susana: Investiguen un poco, en la escena urbana de hoy hay músicos que la rompen mal. Valium D, Mojito Kilah y Dj Vendepatria. Tengo 40 años pero mi hija me hizo conocer esa música genial y no me arrepiento.
Vampirella. Típico de pendevieja operada
KuKuxClani: Zurdos van a correr! VLLC
Y asi…
Pero apaguemos el celular y volvamos al mundo de la reflexión y los buenos modales. Un mundo en donde intuyo que quien está del otro lado sigue siendo un humano y no un bot carente de consciencia dispuesto a atacar a todo lo que demuestre actividad neuronal.
Entonces, lo que yo me pregunto es ¿Qué tan exacto es reducir toda una compleja discusión en términos de brecha generacional sobre todo cuando- internet mediante- hoy hay mas gente escuchando estos artistas de culto- y eso claramente incluye un gran porcentaje de público joven- que en 1971 o 1981?
¿No será que las condiciones de vida de un post capitalismo cada vez más depredador hacen que las iniciativas no comerciales nos parezcan no ya suicidas (como en los casos citados arriba) si no casi inimaginables?
O dicho de otro modo ¿Quién mierda quiere ser underground o de culto en esta era en que la idea de que el arte pueda influir mínimamente en la realidad esta tan devaluada como la moneda de nuestra querida y vapuleada patria?
Bueno, hace rato que tengo una entrada pensada en cuanto todo esto, pero como es hora de cerrar mas que de seguir abriendo, como suele ser mi manía, déjenme esbozar unas últimas reflexiones que pienso hacer luego de una cerveza.
(De vuelta de la heladera y ya con una fría latita, y ahora si para finalizar)
Que en épocas pasadas, antes de que los productos contraculturales se convirtieran en otra commodity mas del mercado digital, hacer cierto tipo de música no masiva implicaba llevar una clase de vida bien distinta a la del resto de la sociedad considerada “normal”. En esos casos, las opciones binarias parecían mas favorecidas, u oficina y depto o bohemia y supervivencia a nivel más lumpen, opciones comunitarias incluidas. Claro no todo es era tan lineal tampoco, pero se entiende el punto.
Y ahora que lo pienso no es raro pensar, que en esas épocas que ahora nos parecen tan distantes, el ser parte ciertas subculturas y en el tocar cierto tipo de música, sobre todo de las de carácter mas extremo estaba implícito el rechazo a un modo de vida que se creía errado. O quizás hubiera una búsqueda de algo que excedía lo exclusivamente musical y de lo cual la música obviamente se nutría saliendo del todo beneficiada.
Esa cosa indefinible de la cual hablaba antes y que despierta o al menos se hace evidente en cierto tipo de situaciones, cuando las realidades terrestres apremian. La creatividad frente a las restricciones que provocan las limitaciones mas mundanas, la acción depuradora del encontrarse en gloriosas pelotas con lo que uno ama y por ende haría de todos modos mas allá de éxitos o fracasos, aceptaciones o rechazos. Lo que se descubre al moverse, el hambre que despierta la aventura y todo eso.
Sigan haciendo ruido horrible.